La abuela llegó al estudio con un anillo muy especial: pertenecía a su padre y tenía un brillante que quería transformar en un regalo único para su nieta Clementina, que cumplía 15 años.

El proceso fue un verdadero intercambio. Conversamos con Clementina sobre su estilo, lo que imaginaba, lo que quería sentir al usar su anillo. El desafío era lograr una pieza liviana y delicada, que respetara la esencia de su juventud, sin que el brillante resultara demasiado grande para su mano.

Después de varias ideas, encontramos el diseño perfecto: un anillo sutil y elegante, donde la piedra se integraba con armonía, sin perder protagonismo. El resultado nos fascinó. Era una pieza única, hecha a su medida, que reflejaba su personalidad y llevaba consigo una historia de generaciones.

Ver su emoción al recibirlo fue un recordatorio de lo hermoso que es dar nueva vida a las joyas, creando piezas que no solo se usan, sino que se sienten y atesoran para siempre.

CONDESA MARÍA DEL PILAR DE BUGALLAL