MI HISTORIA
¡Bienvenida! Soy María. Hace ya más de 10 años que descubrí cómo crear piezas que me conmueven, conectan y enamoran. Y ésta es mi historia…
cómo
Crecí en Paysandú, Uruguay. Mi infancia fue de la naturaleza: admirar sus flores silvestres, sembrar y cosechar mi alimento, kilómetros de pasto infinito, largas tardes a caballo que terminaban con un baño en la laguna en el atardecer, aprender sobre la ciencia de la tierra. Aprendí -en familia- sobre mi especial debilidad y sensibilidad por todas las maravillas que habitan y convocan el vivir en el campo.
Mi niñez estuvo teñida por el campo y la casa de mi abuela en Montevideo, construída por mis bisabuelos, donde convivimos todas las generaciones de mi gran familia. Allí me crié rodeada de los valores que hoy sostienen a mis creaciones. De adolescente solía vestirme con prendas y accesorios que pertenecieron a mi madre, mis tías, mi abuela o hasta algunas cosas de mi bisabuela. Durante mis aventuras iba encontrándolas y podía pasar tardes enteras descubriendo tesoros en el sótano de la casa "mamama".
Me rodeaban instantes por atesorar. Hasta el día de hoy, guardo la caja de lápices de colores que me regalaron de pequeña y que cada vez que la abro su olor me conecta con mis primeros trazos. El dibujo fue y es una de mis pasiones. Mi primer impulso.
Cuando cumplí los 18 años, decidí mudarme a Montevideo para estudiar. Me formé en Diseño Industrial; la carrera me permitió conocer los distintos caminos que propone el diseño y durante el recorrido, obtuve una beca en el norte de Italia en la que aprendí a trabajar manualmente diversos metales y piedras: la magia y el oficio del joyero.
Apenas puse un pie de vuelta en mi país natal, comencé a crear mis primeras piezas en talleres que amigos me prestaban. Hasta que -poco a poco- pude armarme de mis herramientas e hice mi propio taller, un espacio que me refleja y conecta todo lo que me gusta.
Un día, una amiga del alma, me cuenta que se le rompió un platito antiguo de la casa de su abuela. Me reconocí en su nostalgia y el dolor que genera cuando un pedazo de tu historia de vida se rompe. Algo extraordinario sucedió: mientras recogía los pedazos rotos, encontró un trocito de la porcelana que la enamoró. Lo guardó y en una de nuestras reuniones, lo trajo y me dijo:
-¿Me harías un anillo con él?
Ese fue el inicio de un mundo de joyas únicas y atemporales que conectan con el pasado y dan vida nueva a un recuerdo con memoria familiar, auténtica y esencial.
Valoro los materiales nobles y los elijo siempre que puedo; mi consumo fue heredado también como lento y consciente; responsable. Para mí, aquello que se hereda es una forma de seguir siendo parte de una historia. Escribirla y vivirla en otros tiempos, volverla inolvidable e impostergable. Todo objeto antiguo me atrapa. Toda historia que se entrelaza y se cuenta de generación en generación a través de los objetos. Ese fue mi aprendizaje sobre el verdadero valor de aquello que elegimos para que nos rodee.
Te invito a descubrir y acompañar mi labor de atesorar.
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